sábado, 11 de julio de 2015

De sueños, azotes, cerdos, madrigales y más cerdos (2).








Segunda parte del comentario al capítulo 2.68 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "De cerdos y trogloditas", correspondiente al día 23 de septiembre de 2010.

Aunque don Quijote no desea dormir, anima a su escudero, para que lo haga. Si Sancho nació para dormir, él nació para velar. Y anuncia que va dedicar lo que falta para el día en cantar un “madrigalete”, compuesto por él mismo, para expresar sus pensamientos. 
Sancho confunde madrigaletes con populares coplas, pobres en pensamientos. Ya puede coplear lo que quiera, que él dormirá a pierna suelta. Y así lo hace, bien acurrucado y sin preocupaciones.

Arrimado a un tronco de un árbol, suspirando y llorando, canta la alambicada y paradójica composición, que concluye con el vivir que le mata y la muerte que le da vida. La riega con muchas lágrimas, pues su corazón está doblemente traspasado: por su vencimiento y por la ausencia de Dulcinea.

Llega el día, los rayos del sol despiertan al dormilón.




Se estira y mira cómo han dejado los malditos puercos el repuesto alimenticio de sus alforjas. Maldice a la marabunta porcina, con toda su alma.

Los dos vuelven al camino y, al caer la tarde, ven unos diez hombres a caballo y unos cinco a pie.






Los dos corazones laten ahora más deprisa, con temor y aturdimiento, al ver lanzas y adargas, de nuevo. ¡Con lo tranquila que había sido la jornada! 

Don Quijote se disculpa. Si su promesa no le hubiera atado las manos, se enfrentaría a esta “máquina” que se les echa encima. 

Es lo que temían, los de a caballo rodean a don Quijote y le colocan sus amenazantes lanzas por delante y por detrás. Los de a pie se encargan de Sancho, Rocinante y el rucio. Todos guardan gran silencio y cuando el caballero mueve apenas los labios para preguntar, se los cierran con los hierros de las lanzas. A Sancho le callan punzándole con un aguijón.

Es noche cerrada y cada vez tienen más miedo. Y mucho más cuando les dan órdenes llamándolos trogloditas, bárbaros, antropófagos, escitas, Polifemos y leones carniceros.






Sancho no entiende esos vituperios que interpreta a su manera: tortolitas, barberos, estropajos, perritas…Y no le gustan nada esos vocablos, a mal sitio les llevan, todo el mal les viene junto y ojalá acabase aquí. 

Don Quijote tampoco saca nada en limpio de aquel discurso. Sospecha que no les espera nada bueno.

Llegan a un castillo bien conocido. ¡Es el de los duques de sus pecados!
"Llegaron en esto, un hora casi de la noche, a un castillo que bien conoció don Quijote que era el del duque, donde había poco que habían estado."

Don Quijote recuerda que, en esa casa, todo era cortesía. Pero para los vencidos el bien en mal se torna. 

Entran en el patio principal y lo ven tan bien aderezado que les admira pero…ahora el miedo es doble. 

Un abrazo de María Ángeles Merino.

Las fotos son: grabado de Doré, "Sol entre ramas" , "Camino a San Pelayo" (Palacios de Benaver), "Último rayo", "Miguelón" (Homo heildebergensis), Hombre de Neanderthal," "María Ángeles y Luz con el Homo antecessor", Castillo de Olmillos de Sasamón (Burgos).
El" Homo heildebergensis" y el "Homo_neanderthalensis" son réplicas, creadas por la artista francesa Elisabet Daynis para el Museo de la Evolución Humana, en Burgos.

Copiado del blog "La arañita campeña" de la entrada con el mismo título.
http://aranitacampena.blogspot.com.es/2010/09/de-suenos-azotes-cerdos-madrigales-y_24.html

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