lunes, 20 de julio de 2015

Altisidora despechada y Avellaneda a los infiernos.


"¿Qué hay en el infierno?... yo no debí de morir del todo, pues no entré en el infierno, que si allá entrara, una por una no pudiera salir dél , aunque quisiera" 




Tras unas palabras malhumoradas, en las que sale a relucir su maltrecho asno, Sancho pregunta, con curiosidad, a Altisidora, qué hay en el infierno, puesto que ella estuvo allí. La honesta enamorada no entró allí, que quien allí entra no sale.

Se quedó en la puerta y vio un peculiar partido de pelota. Doce diablos, en calzas y jubón, con puños de encaje. Las palas son de fuego y unos libros hacen de pelotas. Allí nadie se alegra, aunque gane; allí todos gruñen, regañan y maldicen. Por algo es el infierno…



"estaban jugando hasta una docena de diablos a la pelota...lo que más me admiró fue que les servían, en lugar de pelotas, libros...A uno dellos...le sacaron las tripas... Mirad qué libro es ese»... Esta es la Segunda parte de la historia de don Quijote de la Mancha..."

Entre aquellos libros hay uno muy nuevo, al que deshojan de un papirotazo. Un diablo quiere saber qué libro es ése y otro le responde que se trata de “Segunda parte de la historia de don Quijote de la Mancha”, no la de Cide Hamete sino de uno que dice ser de Tordesillas. ¡Hasta aquí quería llegar Cervantes! Hasta llevar la obra de Avellaneda a los mismísimos infiernos.

A la pregunta de si es malo, al diablo lector opina que lo es tanto que ni a propósito. Pide que lo aparten de su vista y lo conduzcan al más profundo de los abismos. Altisidora dice recordar bien esta “visión”, puesto que nombraban a su amado…

Don Quijote protesta, visión debe haber sido; puesto que él es el único con ese nombre. Y no le importa lo que digan de alguien que no es él.

Ya te tiene dicho, Altisidora, que le pesa que pongas en su persona los pensamientos, puesto que él nació para ser de Dulcinea y es imposible que otra hermosura ocupe su lugar. Te pide que te retires honestamente…

Como un basilisco se pone la doncella. Le llama bacalao por lo delgadito, almirez por lo majadero y huesito de dátil por duro y desechable. Si le embiste, le ha de sacar los ojos, qué fiera.


"¡Vive el señor don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil..." 

Ahora, despechada, da la vuelta a su discurso ¿Qué se cree este terco? ¿Pensaba acaso que ella muere por él? ¿Dolerse ella? ¿Morirse ella? Todo fue fingimiento, entérate don Bacallao.

Sancho da la razón a la chica, que cosa de risa es ese “morirse” que tienen los enamorados.
Platicando están cuando entra aquel músico que cantó las estancias, el cual expresa su admiración hacia las famosas hazañas de don Quijote. Al caballero andante le pilla despistado y no le reconoce. El mozo se presenta y don Quijote le alaba su buena voz; pero le pregunta qué tiene que ver Altisidora con las estancias de Garcilaso.


"¿qué tienen que ver las estancias de Garcilaso con la muerte desta señora?"

El músico contesta, con gran desparpajo, que lo que se lleva entre los poetas jovenzuelos es la total libertad para hurtar de otros, venga a o no a cuento. Licencia poética llaman a su desvergüenza. Ay, el aragonés de Tordesillas.

Don Quijote se queda con las ganas de responder, porque entran a verle el duque y la duquesa. La plática es larga y dulce. Sancho deja admirados a los duques, por listo y por tonto a la vez.

Nuestro caballero pide licencia para partir, que a los vencidos no les conviene habitar palacios, vete a saber por qué. Se la dan de “muy buena gana”, ya les cansa este juguete caballeresco , tal vez.

La duquesa le pregunta por Altisidora y don Quijote le da su diagnóstico acerca de los males de tal doncella. Todos nacen de la ociosidad y el remedio es tener una “ocupación honesta y continua”. Este discurso tan tradicional, en torno a la conveniencia de tener ocupadas, a las doncellas, en minuciosas labores, para impedir el vuelo libre de su imaginación…ya se lo habíamos oído a Cervantes. Que “la doncella honesta, el hacer algo es su fiesta”. Tal vez, el escritor esté pensando en las de su casa: hermanas, hija y sobrina. Las malas lenguas…

¿Y en qué ha de ocupar la duquesa a Altisidora? Puesto que ha dicho que se usan valonas con randas en el infierno, es que las sabe hacer. No la deje de la mano, póngala todo el santo día a menear los bolillos y su imaginación se estará quietecita.

>"Ella me ha dicho aquí que se usan randas en el infierno, y pues ella las debe de saber hacer, no las deje de la mano, que ocupada en menear los palillos no se menearán en su imaginación la imagen o imágines de lo que bien quiere" Cuadro de Vermeer.

Es su consejo y el de Sancho, que nunca vio a randera alguna morir de amor. Y el escudero aporta su experiencia: cuando está cavando no se acuerda de su querida Teresa. Así que, la duquesa, hará que Altisidora se ocupe de hacer labor blanca, que sabe hacerla muy bien.

Altisidora dice no necesitar ese remedio para borrar de la memoria al “malandrín monstrenco”. Y pide licencia para retirarse, que no desea ver su fea cara.

El duque sentencia que el que injuria, está cerca del perdón. Bueno, si su señoría lo dice. Altisidora se retira y Sancho proclama la mala ventura de esta doncella, por haberlas habido con su amo, “alma de esparto”. Si con él las hubiera, otro gallo le cantara. Un poco picarón se muestra este escudero. Sancho, Sancho.
Callan, se visten, comen y parten.

Un abrazo de María Ángeles Merino 


Copiado de "La arañita campeña", de la entrada con el mismo título.
http://aranitacampena.blogspot.com.es/2010/10/altisidora-despechada-y-avellaneda-los.html

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