jueves, 4 de septiembre de 2014

“Y ya en esto se venía a más andar el alba, alegre y risueña; las florecillas de los campos se descollaban y erguían ..."








El capítulo termina con un amanecer tópico (Parodia final del amanecer mitológico, acorde con el tono de todo el capítulo) que, en lugar de al principio, Cervantes coloca al final. Pero me sirve para lucir mis flores, las de este verano.

"Y ya en esto se venía a más andar el alba, alegre y risueña; las florecillas de los campos se descollaban y erguían , y los líquidos cristales de los arroyuelos, murmurando por entre blancas y pardas guijas, iban a dar tributo a los ríos que los esperaban . La tierra alegre, el cielo claro, el aire limpio, la luz serena, cada uno por sí y todos juntos daban manifiestas señales que el día que al aurora venía pisando las faldas había de ser sereno y claro"

Segunda parte del comentario al capítulo 2.35, del Quijote. Publicado en "La acequia", en la entrada titulada "Receta para desencantar a una dama", correspondiente al día 4 de febrero de 2010.

Mi señor, el duque, le indica que si no se ablanda como una breva, no será gobernador. Que mi señor no puede enviar a un gobernador cruel y pedernalino, para sus insulanos. ¿Insulanos? ¿Qué es eso de la ínsula? Que yo sepa, tiene posesiones en el reino de Castilla y en el de Aragón, pero yo no sé de ninguna ínsula. Así que elija: o se azota o es azotado.

¿No le darán dos días para pensarlo? No, ha de decidirlo aquí y ahora. Dulcinea volverá a la cueva de Montesinos o será conducida a los Elíseos Campos, donde esperará a que las posaderas de Sancho reciban el azote número tres mil trescientos. Rústica o dama, de él depende.

Mi señora aguanta la risa y anima a Sancho con un “ea”. Que sea agradecido al pan que ha comido y dé el sí a la azotaina.

Luego, me pregunta el escudero. No olviden que soy Merlín. Me pone en un aprieto, que si el diablo correo dio a su amo un recado del señor Montesinos; diciendo que esperase aquí, donde daría orden de desencantar a la señora Dulcinea del Toboso. Me señala que no han visto a Montesinos.

Le digo que el Diablo es mentiroso, que yo le envié en busca de su amo; pero no de parte de Montesinos sino mía.Montesinos está en su cueva intentando desencantarse, que ya tiene bastante con lo suyo y con Durandarte.

Le insto a que dé el sí. Como si fuera un sacerdote, le digo que la disciplina será buena para su alma. Como si fuera médico, suelo escuchar al que visita a los señores duques, le digo que es de complexión sanguínea y no le vendrá mal perder sangre. Sancho me contesta, con sorna, que hasta los encantadores son médicos.No es tan tonto.

Al final, se ablanda y manifiesta estar contento de darse los tres mil trescientos, con la condición de dárselos cada y cuando quisiere. Él saldará la deuda lo más presto que le sea posible, para que el mundo goce la hermosura de Dulcinea. Él pensaba que no era bella, pero resulta que sí lo es.

El duque y la duquesa se miran y sonríen. La que tienen preparada, cuando el diablo no tiene nada qué hacer, con el rabo spanta las moscas. Esto de los refranes se contagia.

Sancho está por poner condiciones y las pone. No está obligado a sacarse sangre y si hay azotes de mosqueo, también cuentan.

Y como yo, que soy Merlín, lo sé todo; he de contar los azotes y avisar de los que faltan o sobran.

Yo, con mi ciencia zoroástrica, le informo de que llegando al cabal número, quedará Dulcinea desencantada. No habrá sobras Y Sancho recibirá la visita agradecida de Dulcinea, en su prístino estado. Merlín no engaña.

El escudero acepta la penitencia, con las condiciones señaladas. Suenan las chirimías, se disparan arcabuces y don Quijote se cuelga del cuello de Sancho y le da mil besos, en frente y mejillas.

¡Qué contentos mis señores y todos los presentes! El carro camina y la Dulcinea argentada inclina la cabeza a los duques y hace la reverencia al de la descomunal zurra.

Viene el alba, volvemos todos al castillo. Cielo claro, aire limpio, luz serena. Mañana será un buen día. Merlín está cansado y no se fija en florecillas, ni en arroyos.

Un abrazo a todos los que pasáis por aquí de: 


María Ángeles Merino


Copiado de "La arañita campeña" de la entrada con el mismo título.
http://aranitacampena.blogspot.com.es/2010/02/y-ya-en-esto-se-venia-mas-andar-el-alba.html

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