sábado, 9 de agosto de 2014

Soy el cura que los casó... ¿a Camacho y Quiteria? (2)


El Quijote coronado de funesto ciprés, como Basilio.

Continuación al comentario del capítulo 2.21 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada "Una boda por industria", correspondiente al día 29 de octubre de 2009.

Se dirige a ella, a la “desconocida Quiteria” y le advierte de que no puede tomar esposo mientras él viva, según la “santa ley” profesada por ambos. ¿Santa Ley? ¿Acaso están casados ante la Santa Madre Iglesia Católica? Porque si no es así, aunque Quiteria le hubiere dado, en alguna ocasión, su palabra…sigue siendo una mujer libre. No sé de qué obligaciones habla este muchacho, que si ha estado esperando a mejorar sus bienes de fortuna… ¿Para ser tan rico como Camacho? Necesitaría vivir cien vidas…por lo menos.

Vamos, pequeña, no atiendas las razones de este loco y cásate con el que te ofrece seguridad y bienestar. El amor surgirá más adelante…una obediente y sumisa esposa puede ser muy dichosa.

Pero ¿qué dices? ¿Qué te vas a quitar la vida para que Camacho tenga colmada la ventura? ¡El suicidio es un pecado grave y no podrás ser enterrado en suelo sagrado! Basilio, hijo mío, encontrarás otra mujer, la pobreza no tiene por qué ponerte en la sepultura. Parecerás rico a una esposa de más humilde condición. Te olvidarás de la ingrata…mujer al fin y al cabo, no hay que pedirle firmeza.

¡Ay! ¿Qué haces? ¡Ay, que el bastón escondía un estoque! ¡Ay, que se ha arrojado sobre él! ¡Traspasado de sus mismas armas! ¡Bañado en su sangre! ¡Misericordia, Señor, Misericordia! ¡Acudid! Aún no ha expirado… ¿Dónde va el caballero andante? Señor, no le quitéis el estoque, que he de confesarle y si se lo sacáis morirá.



El cura en su capítulo.

El enamorado vuelve en sí y se dirige a Quiteria, calificándola de cruel. ¡Y le pide la mano de esposa! No está dispuesto a emprender su viaje al más allá, sin casarse con ella. Uy, que esto tiene truco…Le pido que atienda a la salud de su alma y me chantajea: si Quiteria no le da la mano de ser su esposa, no se confiesa. Un moribundo exigente, lo nunca visto.

El que se hacía llamar don Quijote se pone a decir en altas voces que el herido pedía una cosa justa y hacedera. Que Camacho quedaría tan honrado recibiendo a Quiteria como viuda de Basilio que como soltera. Camacho no sabe qué hacer ni qué decir. Los amigos de Basilio piden, a voces, que Quiteria consienta para que su alma no se pierda. Piadoso deseo , mas…

Camacho se ve forzado a decir que “si Quiteria quería dársela, que él se contentaba”. Ahora hay que convencer a la novia. Para ello, los amigos del herido se dirigen a ella con lágrimas o con razonamientos. Me parece haber visto esto en alguna comedia… Más dura que un mármol a sus quejas, como diría el gran poeta Garcilaso. Ella como una estatua y yo pidiéndola que se apresure, que su alma…


(Continúo, que los curas vamos despacito)

Un abrazo de:

María Ángeles Merino

Copiado de http://aranitacampena.blogspot.com.es/2009/10/soy-el-cura-que-los-caso-camacho-y_31.html

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