domingo, 17 de agosto de 2014

El "primo" nos cuenta lo que contó el de las lanzas.


El burrito de Isar (Burgos)

Primera parte del comentario al capítulo 2, 25 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "De nuevo, una venta, más dos regidores que rebuznan y un mono que habla", correspondiente al día 26 de noviembre de 2009.

Sigo siendo el primo del señor licenciado,aunque en este capítulo sólo sea espectador. Alguien decidió convertirme en narrador y aquí me tienen, otra vez, con mi visión humanista y libresca de los acontecimientos.

Don Quijote no se despega del transportista de lanzas y adargas. Impaciente, desea escuchar lo prometido. El hombre da de comer a su jumento y sólo pide, muy cortésmente, que le dejen acabar con su tarea. Nuestro andante caballero se presta a mancharse sus hidalgas manos, en serviles tareas, tan impropias de su condición social. Ahecha la cebada y limpia el pesebre.

Tanta humildad ablanda al hombre que, instalado en el poyo, a modo de tribuna, nos va a relatar las maravillas prometidas, yendo de camino. Don Quijote, Sancho Panza, el paje, el ventero y yo vamos a ser su “senado y auditorio”.

Comienza con ese “sabrán vuestras mercedes” tan manoseado y equivalente a “vuestras mercedes desconocen absolutamente”. ¡Qué desilusión! Nos despliega lo acaecido en una aldehuela, distante cuatro leguas y media de la venta. Lanzas, alabarda…nuestra imaginación ya veía a los Tercios Viejos, de incógnito por la Mancha, con un don Lope de Figueroa al frente. Y no digamos lo que veía la imaginación de don Quijote.

Sucedió que le faltó un asno, a un regidor del pueblo. Parece ser que fue por una criada engañadora, pero eso es largo de contar y no lo cuenta. Hacía ya quince días de la desaparición del borrico cuando otro regidor le dio albricias porque su jumento había aparecido. El “perdidoso” prometió dárselas muy buenas, si le indicaba dónde. Le contó que lo vio en el monte, flaquísimo y desnudo, que intentó traerlo pero huyó despavorido; así que decidieron patear juntos el monte para agarrar al montaraz animal. No lo hallaron y al segundo regidor se le ocurrió repartirse el monte para buscarlo, comunicándose con un rebuzno, rústica habilidad que ambos dominaban. El animalito respondería al oír a unos compañeros y ...si son compañeras borricas, mejor que mejor.

Pero sucedió que, al rebuznar casi a la vez, cada uno pensó equivocadamente que el asno había respondido. Acudieron a buscarse y, al verse, se alabaron mutuamente los rebuznos, concediéndose recíprocamente el título de perito rebuznador. Decidieron dividirse otra vez, con la contraseña de rebuznar dos veces, una tras otra. Rodearon todo el monte, con el roznido doblado y nada…hasta que lo encontraron comido de lobos. ¡Demasiado tarde!

Tras el hallazgo, vuelven a echarse flores en relación con la calidad de sus rebuznos. Con el gaznate hecho polvo volvieron a su aldea, donde les faltó tiempo para relatar, con abundantes hipérboles, lo sucedido.

Y desde allí se extendió por los lugares circunvecinos y ahí aprovechó el Maligno insomne y enredador, para sembrar discordia y enredar. Así que, en cuanto los lugareños divisaban a algún paisano de los regidores, les faltaba tiempo para entonar un rebuzno.

Gracias a los mozuelos, cundió tanto el roznido que perdieron el gentilicio y dieron en ser los del rebuzno, algo así como "rebuznenses" o "rebuzninos". Y llegó a tanto la burla que, con armas y en escuadrón, batallaron los burlados contra los burladores. Pensaba yo que a estos villanos les bastaba con una buena “sopa de arroyo”, guijarro va, guijarro viene…

Mas no, que el de la carga lleva compradas lanzas y alabardas para la campaña contra los de otro villorrio distante dos leguas. Y, con estas maravillosas maravillas termina el hombre su plática.

Tengo costumbre de sacar provecho a todo lo que me relatan, no doy puntada sin hilo. La historia de los rebuznadores no cae en saco roto, me puede servir para un libro titulado: “Motivo de pendencias entre rústicos”. Ya compuse, en su día, un volumen analizando las causas de conflicto armado entre las naciones, desde la Antigüedad. No hay gran diferencia entre unas y otras, si las analizamos con detenimiento. Un gran humanista como yo ve las similitudes en los comportamientos humanos.


(Continúa)


Un abrazo de:

María Ángeles Merino

Copiado de "La arañita campeña", de la entrada: "El "primo" nos cuenta lo que contó el de las lanzas".
http://aranitacampena.blogspot.com.es/2009/11/el-primo-nos-cuenta-lo-que-conto-el-de.html

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