martes, 15 de julio de 2014

"Mil veces, Sacra Majestad, me vino deseo de abrazarme con vuestra majestad y arrojarme de aquella claraboya abajo, por dejar de mi fama eterna en él"





"... lo que sucedió al grande emperador Carlo Quinto con un caballero en Roma... dijo al Emperador: «Mil veces, Sacra Majestad, me vino deseo de abrazarme con vuestra majestad y arrojarme de aquella claraboya abajo, por dejar de mí fama eterna en el mundo». 

Segunda parte del comentario al capítulo 2. 8 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "
Dos noches y dos días en el camino, una mentira que se enreda y un diálogo sobre la fama", correspondiente al 30 de julio de 2009.

Al aspirante a gobernador insular le preocupa verse en los papeles y considera que sus autores deberían tratarle bien, como “enemigo mortal de los judíos”, aunque luego concluya: “que digan de mí todo lo que quisieren”…No sé qué pintan los judíos en todo esto, ni qué le han hecho a Sancho tampoco.

Don Quijote cree oportuno explicarle el tema “La fama como aliciente y premio para los seres humanos, a través de los tiempos”, con múltiples y amenos ejemplos. Lo inicia con el de la dama cortesana ofendida porque un poeta la olvidó en sus sátiras maliciosas y ella protestó hasta que se la incluyó, infame pero famosa. Sigue con el famoso Eróstrato que quemó el templo de Diana en Éfeso, sólo para pasar a la posteridad con su nombre. También relata la anécdota de un osado caballero, que acompañando a Carlos V, en el Panteón de Roma, expresó la idea loca de arrojarse por la claraboya, abrazado al mismo Emperador, por “dejar fama en el mundo”. El de Gante le ordenó no acercarse más a él, lógico. Suerte tuvo si no le hizo arrestar… Y no le parecen suficientes estos tres desesperados por la fama. A continuación desfilan unos cuantos romanos con sus heroicidades más Hernán Cortés destrozando las naves que tampoco es manco, bueno dejemos a los mancos en paz…

Pero cuidado, con la iglesia hemos dado…no todavía no, eso viene en el capítulo siguiente. Don Quijote da su lección de catecismo. La fama considerada así es algo pagano, los católicos caballeros andantes han de atender más a la eterna gloria celestial que a la terrenal perecedera, no deben traspasar los límites que les tiene puestos la religión y han de combatir todos los pecados capitales.

Sancho, tras la lección de doctrina, querría que le “sorbiesen “una duda: ¿dónde están ahora esos caballeros hazañosos muertos? La respuesta de don Quijote respeta la ortodoxia, por dura que sea: los gentiles en el infierno y los cristianos en el purgatorio o en el cielo. ¿Lo pensaba así el erasmista Cervantes? A Erasmo iremos a través de la curiosidad ingenua de Sancho que pregunta si las sepulturas de esos “señorazos” están adornadas con lámparas y ex votos. Saldrán a relucir las velas, mortajas, muletas, pinturas, cabelleras, ojos, piernas…Y también las reliquias, huesos de santos que hasta los reyes llevaban encima,…todo eso que aún perdura en algunos rincones de España. Yo lo he visto…

Sancho, como un niño, pregunta si es más matar a un gigante o resucitar a un muerto. A partir de ahí, va a llevar a su amo hasta la propuesta de darse a la santidad para alcanzar antes la fama pretendida, que más valen las disciplinas que las lanzadas.
Don Quijote lo para, no todos podemos ser frailes y se puede ser santo como caballero andante. ¡Menos mal! Mira que si llegan a irse a un convento a zurrarse con las disciplinas para alcanzar la fama y la santidad…

Hablando y cabalgando se les pasa la noche. Al día siguiente, al anochecer, descubren la ciudad del Toboso, don Quijote se alegra y se entristece Sancho, alborotarse, se alborotan los dos. Se quedan en un encinar, esperando a que sea noche cerrada para entrar.



Un abrazo a todos


María Ángeles Merino


Copiado de http://aranitacampena.blogspot.com.es/2009/07/mil-veces-sacra-majestad-me-vino-deseo.html

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