miércoles, 23 de julio de 2014

"Harto mejor sería que los que profesamos esta maldita servidumbre nos retirásemos a nuestras casas"





Casas deshabitadas (Palacios de Benaver)

Primera parte del comentario al capítulo 2.13 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "Coloquio entre escuderos", correspondiente al día 3 de septiembre de 2009.

Lo divido en tres partes. Esta primera la titulo "Harto mejor sería que los que profesamos esta maldita servidumbre nos retirásemos a nuestras casas"


"Harto mejor sería que los que profesamos esta maldita servidumbre nos retirásemos a nuestras casas"

Caballeros y escuderos están divididos: los unos hablan de amores, los otros cuentan sus vidas. ¿Vidas sin amor? ¿Amores sin vida?

Aunque la clasista normativa establece que, en el género narrativo, “razonen” primero los amos, aquí lo hacen los criados. Cervantes se salta la norma para seguir su esquema: a continuación del diálogo de los “mozos”, los caballeros dialogan e inmediatamente pasan a la acción, sin interrupciones. Como escritor se disculpa, él sólo transcribe, ay Cide Hamete. Dejo constancia de que me sé la norma, parece que nos está diciendo. Y también me la salto cuando conviene, añadiría.

El del Bosque quiere que el de don Quijote reflexione acerca de su “trabajosa vida” de escudero, comiendo el pan aliñado “en el sudor” de sus rostros. A Sancho no le debe molestar mucho el sudor, antes se acuerda del “yelo” y nos sorprende la primera alusión a las inclemencias del tiempo, en esta obra. El frío, el calor y el “viento que sopla”, nada comparado con el hambre, que también hay mucho de eso.

El del Bosque empieza a tirarle de la lengua: el premio será una ínsula, un condado, un canonicato…Eso último, no, ya sabemos que lo eclesiástico no es del gusto de Sancho, él sueña con esa ínsula que, su “liberal” amo, le tiene prometida. Su colega le advierte, hay gobiernos insulanos “torcidos”, “pobres”, “malencónicos”. Y puesto que todos, incluso los mejores, traen quebraderos de cabeza e incomodidades, mejor estarían ambos en sus casas, con sus rocines, sus galgos y sus cañas de pescar.

Qué bien le está pintando a Sancho la vuelta a casa, nada le dice de los terrones que hay que destripar. Por cierto: ¿cómo se las arreglarían, en las faenas, Teresa y sus hijos casi niños, sin su padre? Bueno, no nos salgamos fuera del libro. Rocín, lo que se dice rocín, no tiene; pero le basta con su rucio, ay su rucio, lo que vale. En cuanto a los galgos, los hay sobrados en la aldea, menudos conciertos organizan las noches de luna llena. Ay, María Ángeles, otra vez pones un pie fuera del texto…

Un abrazo a todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

Copiado de "La arañita campeña", de la entrada del mismo título.
http://aranitacampena.blogspot.com.es/2009/09/harto-mejor-seria-que-los-que.html

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