sábado, 28 de diciembre de 2013

Un loco pregunta :¿Qué es lo que dices, loco?


Mis "zoraidas"


Comentario al capítulo 1,37 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "Un poco de todo", correspondiente al día 22 de enero de 2009.

Un loco pregunta :¿Qué es lo que dices, loco?

En las primeras ediciones, este capítulo se tituló “Que trata donde se prosigue la historia de la famosa infanta Micomicona, con otras graciosas aventuras”. 


Evidentemente sobran las dos primeras palabras, nos choca la mala redacción, pero entre los impresores y el escritor que no los repasa…No nos debe extrañar, repasemos su biografía más abundante en “saltos de mata” que en tardes plácidas junto al fuego.


Aquí toca varios palillos., pero aventuras, lo que se dice aventuras, ni las graciosas ni las de Micomicona. Tal vez le gusta jugar con ese lector ávido de Amadises. Anda, hombre, lee esto que no tiene nada que ver ¿A que es mucho mejor? Olvídate de esas disparatadas historias.

Este capítulo remata el anterior, nos engancha de nuevo con la farsa de Micomicona, nos presenta a los protagonistas de un nuevo relato y remata con un discurso quijotesco como el que dedicó a los boquiabiertos cabreros.

Esta vez es el “afligido” Sancho, el quijotizado Sancho, el que ha visto sus gigantes convertidos en molinos. Su Micomicona, en quien había puesto sus esperanzas, se ha trocado en Dorotea y su gigante en Fernando. No hay color. A su lado, por el contrario, todos tienen un motivo de regocijo, desde el alto noble a la ventera.

Dorotea vuelve al lenguaje de sus novelas caballerescas favoritas, esas que casi no leía, con el beneplácito de Fernando que es ahora su dueño y señor y…dejar el papel a Luscinda, ni hablar. La del bello pie seguirá de actriz principal de esa representación que ha de llevar a don Alonso a su aldea.

Don Quijote despierta muy feliz, ha dormido como un bendito. Cortó la cabeza a un gigante y se enfada con Sancho que habla, a quién se le ocurre, de unos cueros horadados. Esta vez no habrá palos para el pobre escudero sino que la riña no estará exenta de cariño. “Sanchuelo” será “el mayor bellacuelo que hay en España”.

¿Qué es lo que dices, loco? ¡Un loco que habla de locos! Pero este loco, tan cuerdo a veces, encuentra enseguida una explicación, de acuerdo con sus coordenadas. No hay que extrañarse, todo es cosa de encantamiento. O tal vez haya sido el “nigromante” padre de Dorotea, temeroso de no recibir la necesaria ayuda. ¡Qué razonamientos los de este loco!

Todos se sorprenden al ver ahora a don Quijote, con un rostro “de media legua de andadura”, menuda hipérbole, vestido y armado de don Quijote, con sus desvencijados pertrechos. Recordemos que le han visto con una camisa demasiado corta por detrás.

Dorotea se mete de lleno en su papel de Micomicona, con su altisonante estilo. Tranquiliza al de la Triste Figura, asegurando ser la misma que era. Le anima a ponerse en camino, al día siguiente, para remediar su principesca desgracia. Fernando, le asegura que “todos acompañaremos al señor don Quijote, porque queremos ser testigos de las valerosas e inauditas hazañas”.Esto no nos lo perdemos…

Pero cuando parecía cerrado el capítulo, todos guardan silencio, entran en la venta los protagonistas de un nuevo relato que ocupará muchas páginas: el cautivo y la mora Zoraida. Preparaos paseantes, que llega el cautivo…no digo más.

Es un pasajero “el cual en su traje mostraba ser cristiano recién venido de tierra de moros”.La casaca, el bonete, los calzones, los borceguíes, el alfanje, el tahalí…posiblemente lo que lleva encima Miguel de Cervantes cuando regresa a España, después de su cautiverio en Argel. La hermosa mujer que le acompaña va “a la morisca vestida, cubierto el rostro con una toca en la cabeza; traía un bonetillo de brocado, y vestida una almalafa, que desde los hombros a los pies la cubría”. ¡Tantas mujeres vio así!
Ante la falta de aposento, las mujeres ofrecen su solidaridad a Zoraida, la mora cristiana que rechaza airadamente su nombre, prefiriendo que la llamen María. Ese “macange”, que quiere decir no, es de las palabras del Quijote que se recuerdan, no sé por qué… ¡Qué raro me resulta este episodio! Eso de la “mora cristiana” más parece un tópico literario que una realidad y Cervantes, qué le van a contar a él, lo sabe.

El ventero pone diligencia en poner una mesa,” como de tinelo”, y “aderezarles de cenar lo mejor que a él le fue posible”. Estos huéspedes tienen trazas de pagar muy bien.
Sientan en la cabecera a don Quijote que pronuncia un discurso paralelo a aquel que dedicó a los cabreros. Con el estómago más lleno que de ordinario, se le suelta la lengua y pronuncia discursos larguísimos como éste, tan largo que no le dará fin dentro del capítulo. Comenzará hablando de la paz. El escritor sabe muy bien lo que es la guerra de verdad, pero esa verdad no se puede contar. Pone en boca de un loco la defensa de una forma de vida que ha sido la suya, la compara con la del letrado, con la del estudiante…
Veremos cómo sigue esto.

Un abrazo para Pedro y los paseantes.

María Ángeles Merino


Dejadme llegar al muro de quien yo soy yedra.



Leemos el título: “Que trata de la brava y descomunal batalla que don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto, con otros raros sucesos que en la venta sucedieron”. Pero, don Miguel esa batalla ya la hemos presenciado. Hay que ver como olía a vinazo el capítulo anterior. Otro gazapo. Estos impresores…

Vamos con los raros sucesos.

Como dice el poeta Manuel Machado:” su mercé el ventero en la puerta atisba si alguien llega”. Y sí, alguien llega, “una hermosa tropa de huéspedes”, gente misteriosa, de categoría, habrá “gaudeamus”. Uy, un ventero que sabe latín… Llevan lanzas, adargas y una dama vestida monjilmente y de blanco que suspira, solloza ,calla… No responde a la solidaridad femenina de Dorotea, sólo se sentirá obligada a replicar al antipático embozado secuestrador que la tilda de desagradecida y mentirosa. Conocemos a este personaje del que teníamos referencias: Fernando. El de las tres traiciones, más traidor que Lotario, que ya es decir, un tipo donjuanesco, un arrogante miembro de la alta nobleza, tal vez un Osuna, personaje que va a sufrir esa sorprendente metamorfosis que señala Pedro, de bronce a mantequilla, el duro se ablanda , casi se le caen las lágrimas e incluso pierde la color.

Acabo de aprender la palabreja que expresa lo que se inicia ahora: la anagnórisis teatral o reconocimiento. Por deformación profesional, me pongo un ejemplo sencillito a mi misma, como si estuviera ante mis "sanchicos:

Encuentro entre una madre y un hijo que, tras muchísimos años y vicisitudes se reúnen:-Hijooooooooooo--Madreeeeee. Algo así es la anagnórisis, a ver si se me queda en el disco duro.

Cardenio reacciona ante la deseada voz de su Luscinda. Voces amadas, antifaces que se caen, rostros conocidos, desmayos, qué fácilmente se desmayan estas señoras, cada oveja encuentra a su pareja. Fernando mantiene agarrada todavía a Luscinda que suplica, en un emotivo discurso: “Dejadme llegar al muro de quien yo soy yedra” y “acabadme con él la vida”.Estamos ante la enamorada dispuesta a morir.

La que no desea morir es Dorotea, la que conocimos en la sierra vestidita de varón, lavando aquellos pies “que no parecían sino dos pedazos de blanco cristal que entre las otras piedras del arroyo se habían nacido”, la Micomicona del “miémbresele” que “sólo” leía libros piadosos. ¡Menuda mujer! Llorando y de rodillas , confesando que le entregó las “llaves”, algo tremendo entonces ; pero la humilde labradora, le lee la cartilla al señorito:

“Tú no puedes ser de la hermosa Luscinda, porque eres mío, ni ella puede ser tuya, porque es de Cardenio; y más fácil te será, si en ello miras, reducir tu voluntad a querer a quien te adora, que no encaminar la que te aborrece a que bien te quiera… quieras o no quieras, yo soy tu esposa”.

El triple traidor reconoce su derrota, no tiene ánimo para negar las verdades de la hermosa. El lobo suelta a la corderilla Luscinda que no cae al suelo porque allí están los amorosos brazos de Cardenio para sujetarla. Fernando echa mano a la espada para vengarse de Cardenio, mas Dorotea tiene buenos reflejos y “con no vista presteza se abrazó con él por las rodillas, besándoselas y teniéndole apretado, que no le dejaba mover.”

Sus palabras y las de todos los presentes, incluidas las más valiosas del cura, amansan a Fernando que casi, casi llora, se “abaja” y manifiesta el deseo de vivir sus días junto a la inteligente mujer .Se disculpa de sus faltas de una manera muy tenue, muy alambicada:” volved y mirad los ojos de la ya contenta Luscinda, y en ellos hallaréis disculpa de todos mis yerros”. A la vez da el visto bueno a Cardenio y a Luscinda. Sancho prefería a Micomicona y también llora. Aquí llora hasta el apuntador, bueno no, que aunque parezca teatro, no lo es.

Un saludo a Pedro, a todos los paseantes:

 María Ángeles Merino Moya

Por mi cocina ha pasado don Quijote y mira lo que ha hecho con el tetra brick.





Don Quijote se ha metido en mi cocina y ha hecho con un tetra brick de vino lo mismo que hizo con los cueros de la venta.




El título nos anuncia que, por fin, vamos a saber cómo acaba el triángulo Camila, Anselmo y Lotario. Pero llega Sancho más alborotado y quijotizado que nunca, temeroso de quedarse sin cabeza, la suya no, la del gigante. 

Volvemos al Quijote Quijote. Y yo, encantada, no tengo ninguna prisa, ya me enteraré de lo que pasa con el pelmazo de Anselmo. Leo esas exclamaciones que a mí me gustan:” ¡Vive Dios, que ha dado una cuchillada al gigante enemigo de la señora princesa Micomicona, que le ha tajado la cabeza, cercen a cercen, como si fuera un nabo! , “¡Tente, ladrón, malandrín, follón, que aquí te tengo, y no te ha de valer tu cimitarra!”. Mis favoritas sólo superadas por aquella de los molinos: “¡Non fuyades, cobardes y viles criaturas!”Ya tenemos al Quijote para todos los públicos, el que suele figurar en los manuales escolares y en las antologías, ése que le ha dado fama de obra cómica y bien merecida, por cierto.

El de la Triste Figura está durmiendo, no abre los ojos, es un sonámbulo. Si su camisa no le cubre los muslos y por detrás tiene seis dedos menos, está claro lo que nos está enseñando. Las piernas largas, flacas y con roña, esto último como resultado de treinta y cuatro capítulos sin lavarse en un arroyo o fuente, que sí se citan en algunos capítulos, como en el de los batanes, por ejemplo. La cabeza, cubierta con un bonetillo grasiento de ese ventero tan pulcro que guarda el peine en una cola de buey. Los cueros perforados por la espada y convertidos en surtidores de vino. No, vino no, la sangre de Pandafilando, que Sancho la ha visto correr por el suelo.

El hidalgo sale, como siempre, mal parado. Recibe los puñetazos del ventero que remata con un cruel jarro de agua fría que nos deja helados. El ventero, la ventera y Maritornes alteradísimos; la venterita tan tranquila. En esta burlona doncella se fija Manuel Machado y dedica un poema al sosiego de este personaje que “callaba y se sonreía”. Se la imagina “al rincón del fuego sentada…soñando en los libros de Caballerías”.

Todos se tranquilizarán, también lo hará Sancho ante la promesa de un condado que le hace Dorotea, ínsula o condado qué más da. El cura acaba de leer la novela “porque vio que faltaba poco”. El lector de aquella época espera, tal vez, que Anselmo lave su honra. Quizás piensa en los amantes culpables Anselmo y Camila que llevarán su merecido. Nosotros, posiblemente, pensáramos que se resolvería al estilo calderoniano, adelantándose a Calderón. 

Pues nada de eso, morirán pronto los tres y los tres de remordimientos, como apunta Pedro. Anselmo, reconociéndose como autor de su deshonra, perdonará por escrito a Camila y morirá todavía con la pluma en la mano. En breve también, terminarán sus días Camila y Lotario, en el monasterio y en la guerra, respectivamente.

Y, tras la opinión del cura, fin y pasamos al capítulo siguiente. Quijote, Quijote. ¡Bieeeeeen!

Un saludo para Pedro y los paseantes.

María Ángeles Merino Moya


sábado, 23 de noviembre de 2013

Los lectores "ociosos" estamos dentro de una muñeca rusa.

Comentario al capítulo 1, 34 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "El debut teatral de Camila", en la entrada correspondiente ál día 2 de enero de 2009.

Somos los lectores “ociosos” de Cervantes, aquellos “que ni quieren, ni deben, ni pueden trabajar”. Ya nos gustaría, ya, don Miguel…

Nos hemos metido en la extraña historia de un loco que se cree caballero andante. Lo hemos acompañado desde su aldea hasta Sierra Morena, por esos andurriales. Vivimos aventuras y conocimos a diversos personajes, algunos de los cuales nos acompañan en la venta del Zurdo, donde alguien ha dejado una maleta con “El curioso impertinente”.

Estamos dentro de una especie de muñeca rusa: leemos a unos personajes que, a su vez, están leyendo a otros personajes. Dentro del relato chico, habíamos centrado nuestra atención en los personajes masculinos, los dos amigos tan amigos que experimentan con la “cobaya” Camila”, a ver cómo reacciona ese ser inferior, sometido a la autoridad masculina.

Pero el escritor, en este capítulo, da la vuelta a la tortilla, surge la gran Camila: una mujer inteligente, astuta y consumada actriz que sabrá resolver una peliagudísima situación en la que peligra gravemente su vida. Incluso se lesiona levemente y el impresentable-chivato Lotario se admirará “de la sagacidad, prudencia y mucha discreción de la hermosa Camila” ¿Y Anselmo?... Quedará como “el hombre más sabrosamente engañado que pudo haber en el mundo”, buscando la gloria de poseer una Porcia, el no va más de la fidelidad, encontrará la perdición de su fama y será cornudo tonto y conocido.

Sin haber terminado de saber cómo termina todo esto, don Miguel comete la travesura de sacarnos fuera de la muñeca pequeña y colocarnos, de nuevo, en la muñeca grande. El autor quiere que no nos despistemos de la historia del de la Triste Figura y, al mismo tiempo, nos deja en ascuas pensando en lo que podrán entrañar estas palabras:” volvió Fortuna su rueda y salió a plaza la maldad con tanto artificio hasta allí cubierta, y a Anselmo le costó la vida su impertinente curiosidad.».Y como soy muy curiosa, asomo por el siguiente capítulo y oigo voces. Alguien grita y huele a vino tinto…
...
Un saludo para Pedro y los paseantes:

María Ángeles Merino

Pedro Ojeda Escudero dijo:

ABEJITA: Así, es. Cervantes juega con nosotros y nuestras espectativas, hasta que nos deja desarmados y entregados a su fuerza narrativa. ¡¡No vale adelantarse!! Voy a tu blog.

Comentario de una curiosa que procura no ser impertinente.

MONUMENTO A CERVANTES. PASEO DE LA ISLA. BURGOS

Comentario al capítulo 1,33 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada: "Inicio de El curioso impertinente y primera demostración de que un trío nunca funciona", correspondiente al día 26 de diciembre de 2008.

Nuestra amiga Kety, en “Los cuentos de la abuela", nos propuso... copiar “El curioso impertinente” entre los visitantes de su blog. Tuvimos así la oportunidad, al copiar los fragmentos, de conocer mejor este relato, de estilo tan diferente a los capítulos anteriores.

¿Por qué ahora esto? nos preguntamos. Pedro nos ofrece tres posibilidades: gusto del público por los añadidos, completar un compendio de modalidades narrativas o descanso para el lector. Podrían ser las tres. Yo añado una más simple. Cuando en la mente de Cervantes bulle una historia, se las apaña para encontrarle un lugar y nos la cuenta,nos la tiene que contar como sea. Para una máquina de fabricar historias como Cervantes, una maleta abandonada en la venta, es suficiente.

Comienza la historia de Anselmo y Lotario, dos amigos muy amigos, demasiado amigos. Toma la palabra un narrador en el que no reconocemos esa voz que nos ha hablado en capítulos anteriores. Comienza con un estilo indirecto algo lento para el lector de hoy, un estilo muy peculiar ya que el narrador llega a plantear una pregunta para contestarla él mismo:” Pero, ¿dónde se hallará amigo tan discreto y tan leal y verdadero como aquí Lotario le pide? No lo sé yo, por cierto…”

Por fin, se ponen a pasear por un prado y comienza un diálogo en el que las razones de cada amigo son parrafadas de páginas enteras. Anselmo propone a su amigo un disparate: que corteje a su esposa Camila nada más que para probarla, para “acrisolarla”, valdrá más después de la prueba, qué vale ser buena si no te dan la oportunidad de ser mala.

Como Pedro nos ha pedido, no vamos a juzgarle con parámetros actuales, no vamos a acusar a Cervantes de ningunear a la mujer.Y si alguien de religión islámica lee este capítulo…
En este capítulo Camila resiste; pero “irremediablemente la hermosura y la bondad de Camila, juntamente con la ocasión que el ignorante marido le había puesto en las manos, dieron con la lealtad de Lotario en tierra.”. Tres son multitud, el trío comienza a fallar por un lado. Nos quedamos pendientes del billete que Camila escribe a su marido, sintiéndose incapaz de resistir sola el acoso de Lotario.

El lector, desconcertado por el cambio de tono en el narrador, pudo haber tomado la decisión de saltarse los capítulos del curioso, yo no lo hice, no me acuerdo si tuve la tentación. Pero ya comenté, la primera vez que paseé por la acequia, que me salté en tres ocasiones la historia del cautivo cuya lectura nos aguarda. A la cuarta pude con el relato morisco y pude decir “he leído todo el Quijote”.

Lo que me ha costado, Pedro, pasar por alto eso de “que su esposa Camila no tenía otro gusto ni otra voluntad que la que él quería que tuviese”, lo del vidrio, el armiño, el diamante, etc. Pero es que pertenezco a una generación de mujeres que todavía fue educada con separación de sexos y hay cosas que molestan, por muy literarias y de otra época que sean.

Un abrazo para ti y para todos los paseantes:

María Ángeles Merino


La televisión, el “Código da Vinci”, los libros de caballerías y un curioso impertinente en una maleta.







Aquí se reúnen los de la venta con la “cuadrilla” de don Quijote, gente de muy diferente condición social , ¿Qué tienen en común el ventero, la ventera, su hija, Maritornes, don Quijote, Sancho, el cura, el barbero, Cardenio y Dorotea? Todos conocen, en mayor o menor medida, el contenido de los libros de caballerías. Don Quijote y Cardenio se han empapado tanto de su espíritu que los han tomado como modelo de vida. El cura critica esos disparates pero ya nos demostró, en casa del hidalgo, que los había leído todos. Dorotea sólo leía libros piadosos, pero, más tarde, afirma haber leído muchos y vive el personaje de Micomicona como una consumada actriz.

El analfabetismo no es obstáculo para su conocimiento, no falta quien reúna un auditorio para su lectura en voz alta. En la venta del Zurdo, un segador lee para sus compañeros de fatigas y todos escuchan, incluidos el ventero, la ventera, la venterilla, y la criada Maritornes. Hay para todos los gustos: amor para las mujeres, peleas para los hombres.

Será uno de esos “lectores”analfabetos, el ventero, el más entusiasta defensor de estas fantásticas historias en las que abundan los gigantes partidos por la mitad, las serpientes de fuego montadas a horcajadas, los ejércitos vencidos por un solo brazo…No será capaz de distinguir realidad y ficción, con el sello del Consejo Real…no , no puede ser una mentira.

Nos podíamos preguntar: ¿qué clase de libros cumplirían ahora esa función de llegar a todas las clases sociales? Pasarían por nuestra mente esas novelas “históricas “, entre comillas, que tanto éxito cosechan ahora: los códigos, los pilares, los vientos, las sábanas santas, los templarios, las Magdalenas. Mucha gente los lee, pero no llegan a la clase social con más bajo nivel de instrucción, a aquel tipo de público que, todavía en los años sesenta de mi infancia, alquilaba esas novelas policíacas o del “Oeste” que se prestaban en los kioscos o “portalillos”. Recuerdo un letrero, en un portal de la calle de la Paloma, al ladito de la Catedral, que decía:”Se prestan novelas”.

Yo diría que los libros de caballerías de ahora son…algunos programas de televisión. Llega a todas las clases sociales y existen muchas Doroteas y muchos “curas” que no, por Dios, sólo ven los documentales, interesantísimos, telediarios, informes semanales… y , sin embargo, se saben de pe a pa de qué van los grandes hermanos, los tomates, las belenes, los jesulines...¡Qué pena! ¿No hay otras posibilidades? Hay bibliotecas en las ciudades y bibliobuses para los pueblos, pero surge la palabra clave: educación.

Cervantes quiso ofrecer algo distinto a los libros de caballerías, algo que llegase a todos, aunque fuese en una lectura colectiva, pero… mejor. Y como hay que ofrecer todo tipo de ingredientes, también cabe lo de la ventera y la cola de su marido. Recordad que, en otro capítulo, nos sorprendía un viejo chascarrillo de viuda consolada. Y para que se conozca otro tipo de literatura, vamos a estar presentes en la lectura colectiva de una novela sentimental. “El curioso impertinente”. Cervantes, algo forzadamente, aunque no venga a cuento, saca su historia de una maleta como un mago saca un conejo de la chistera. Será criticado por ello, pero a Cervantes le apetecía contarnos esta historia y nos la tiene que contar. Es una de las historias más machistas que existen, por cierto…La mentalidad de otra época…

Un saludo a Pedro...y a todos los visitantes.

María Ángeles Merino
 
Pedro Ojeda Escudero dijo:
 
 

domingo, 20 de octubre de 2013

Ahechando perlas y cañutillo de oro, bordando polvo de cereal y piedrecillas. Uy, nooo, me he hecho un lío...

¿AHECHANDO TRIGO O BORDANDO?



Posibles títulos:
• Ahechando perlas y cañutillo de oro, bordando polvo de cereal y piedrecillas. Uy, nooo, me he hecho un lío..
• Este capítulo huele a trigo y… a sobaquillo.
• Tres clases de trigo: candeal, rubión y trechel.
• Andrés marcha a Sevilla. Lázaro vence a Amadís.

A Sancho no le queda más remedio que mentir, la bola crece y crece. Don Quijote pregunta, pero sugiere la respuesta. Desea que le regalen los oídos, una Dulcinea gran dama, ahechando perlas y cañutillo de oro, bordando polvo de cereal y piedrecillas. Uy, nooo, me he hecho un lío...bordando con perlas y cañutillo de oro.

Sancho, tú no la ha visto ¿qué más te da mentir un poco más? Pero el escudero ajusta su mentira a una imagen compatible con la de una labradora. Y nos entramos en un corral manchego, donde Aldonza, que no Dulcinea, está ahechando trigo. Huele a trigo candeal, trechel o rubión. Cuánto sabe de trigo este Cervantes, comisario de provisiones de la Armada Invencible. Aunque el trigo sea rubión, el pan será candeal. Pero tú, Sancho, hazte idea de que son perlas, qué pronto has vuelto, cree en lo que yo quiero creer.

¡Cómo huele este capítulo! Huele a trigo y…a sobaquillo. Don Quijote atribuye a su idealizada Dulcinea olores señoriales. Imagina un olor sabeo, ¡a incienso!, o un olor a guantes perfumados con ámbar gris, delicadísimo producto de perfumería. Estas fragancias no triunfarían en los anuncios navideños de ahora, imaginaos “Eau de Botafumeiro”… Aldonza trabaja duramente, en el corral, con los costales y la criba, en un día de mucho calor. Sudorosa, correosa…con el hedor propio de alguien que no se cambia de ropa. Su olor es hombruno, huele como el mismo Sancho que ya lleva días por esos caminos.

La última parte del capítulo está dedicado al retorno de Andrés, el muchacho al que don Quijote libró, eso creía él, de la paliza de un amo furioso. Ahora sabemos que el pastorcillo recibió muchos más palos, después de aquello. Regresa para echárselo en cara a don Quijote y para advertirle de que no le ayude nunca más. Se va para Sevilla, allí suponemos que se convertirá en un pícaro del patio del Monipodio o algo parecido. Lázaro ha vencido a Amadís.


Un abrazo para Pedro y los visitantes de “La acequia”


"Miémbresele" es del verbo miembrar,

La princesa Micomicona se tendrá que casar con el que la libre de Pandafilando de la fosca vista.

Comienza el capítulo con un Sancho chivato que se gana el "majadero" de un indignadísimo don Quijote. Éste nos da su versión caballeresca, ¿erasmista?, del haz bien y no mires a quien, lo que le pide su religión. No olvida "la santa dignidad del señor licenciado y su honrada persona". Aunque el personaje esté loco, Cervantes no lo está y las mazmorras de la Santa Inquisición...

Dorotea consigue reprimir la caballeresca cólera. Ha llegado el momento de meterse en su papel de princesa de cuento. Deja caer un "miémbresele" que nos deja con la boca abierta y nos hace viajar al reino del Micomicón. Sin GPS y sin mapa de carreteras, en marcha hacia los dominios de Micomicona. ¡Vaya nombrecito!


 
Sigue el comentario:

La del bello pie inicia la narración de un cuento como tantos. Leemos una predicción y un rey con su hija, pretendida por un malvado inasequible al desaliento. La mano de la princesa será para el que libre del malo a la chica y sus reino. Cuando, de niña, leía algún cuento de éstos con princesa-premio, me preguntaba ¿y si a la chica no le gusta el maravilloso ganador?...¿Es libre la hija de Tinacrio, el Sabidor, para casarse o no con su salvador ? Veamos:"... así lo dejó profetizado... mi buen padre que si este caballero ...después de haber degollado al gigante, quisiese casarse conmigo, que yo me otorgase luego sin réplica alguna por su legítima esposa, y le diese la posesión de mi reino, junto con la de mi persona" Sin réplica alguna, le ha de entregar su reino y su persona. ¡ Qué cuento tan horroroso!

Pero don Quijote, es hombre y libre. Ante la desesperación de Sancho, se debe a Dulcinea. No se casaría, no, ni con Micomicona ni con el "ave fénix". Cuando el escudero se atreve a comparar la belleza tobosana con la micomicona, colma la paciencia quijotesca y recibe dos palos con el lanzón. Gañán, faquín, belitre, hideputa, bellaco...después de los golpes, llueven los improperios contra el blasfemo. Además, el que pedirá perdón será él, no al revés.

¡Pobres Sanchos, nacer tantos siglos antes de los derechos humanos y los del trabajador! Que le contasen estos amos pegones, a un juez, que los primeros movimientos no son en manos de los hombres. Pero, en el siglo XVII, el único consuelo :"Dios está en el cielo, que ve las trampas, y será juez de quién hace más mal".

Después de apaleado, metepatas. Se le escapa, nunca ha visto a Dulcinea y se mete en unos jardines...Se aprendió de memoria la linda carta , un sacristán la trasladó, La entregó y después la olvidó.

En este capítulo aparece, por fin, el burro Guadiana, aunque en letra pequeña, mala para leer después de los cuarenta años. El gazapo asnal trae y traerá cola, estad atentos. Pillamos aquí otro gazapillo, éste de hierro: la espada robada por Ginés de Pasamonte, novedad absoluta a estas alturas de la primera parte.

Siempre digo que de Cervantes me gustan hasta los defectos, así que comento otro. El epígrafe de este capítulo apareció, en la primera edición, en el lugar del capítulo XXIX. Estos impresores...

Un saludo para Pedro y los paseantes de "La acequia"


jueves, 3 de octubre de 2013

El cura echa un rapapolvo a don Quijote que se pone colorado y se hace el sueco.Las mujeres que leen, como Dorotea, son peligrosas.


 
Comentario al capítulo 1, 29 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada "Una ficción para salvar de la ficción", del día 27 de noviembre de 2008.

¡Hola Pedro!

En este capítulo que parece sólo de paso, destacaría, coincidiendo contigo, a Dorotea como lectora secreta y empedernida de novelas de caballerías y excelente actriz; a los "negros" de la fantasía ambiciosa de Sancho; la escena cómica de la mula derribando al cura comodón ,con la barba del barbero despegada y , por último, a Cervantes disculpándose, vía regañina del cura , por si las moscas, de la desobediencia a su Majestad ,liberando a los galeotes, ,aunque el desacato lo haya cometido un loco muy loco.

En el capítulo anterior, vemos a Dorotea mandando a sus labradores, bordando, hilando, cosiendo, tocando el arpa y, entre tanta labor doméstica y tanta música, leía algún libro devoto…No, no conviene demasiada lectura a una mujer y menos de asuntos mundanos. A lo largo de los siglos y hasta hace relativamente poco, ahora son las que más leen, no se consideraba adecuada la lectura para las mujeres, no vaya a ser que espabilen y …

Pero, Dorotea, en este capítulo, al oír al cura el plan para “remedio de don Quijote”, se ofrece con entusiasmo, desea el papel de doncella menesterosa porque “había leído muchos libros de caballerías y sabía bien el estilo que tenían las doncellas cuitadas”. Se le ha escapado. ¡Muchos libros de caballerías! Casi tantos como el señor cura , el cual trae preparado el argumento de la farsa que van a montar, en torno a la princesa Micomicona, venida desde Guinea, o Etiopia, qué más da, en busca de don Quijote para deshacer un agravio que un gigante le tiene hecho.

Vuelve el fantasma del burro Guadiana, al quedarse Sancho a pie; pero da por bien empleada la incomodidad ,“por parecerle que ya su señor estaba puesto en camino, y muy a pique de ser emperador; porque sin duda alguna pensaba que se había de casar con aquella princesa, y ser, por lo menos, rey de Micomicón”.Los “negros” de su fantasía ambiciosa, nada menos que “treinta o diez mil vasallos”, nos escandalizan a los lectores del siglo XXI. Consideramos la diferente mentalidad con que se juzgaba la esclavitud en el siglo XVII.; sin embargo, ya en el siglo XVI, cuando Juana la Loca lleva a Flandes sus esclavos negros, en la corte de Bruselas se critica esta costumbre “española” de la reina.

Cervantes mete entre col y col, lechuga. De vez en cuando busca la carcajada. Hay un tipo de lector que también interesa. Nada mejor para eso que una caída y si se cae un cura comodón, mejor. Y si al barbero escudero se le sueltan las barbas, se las vuelve a poner y… ¡magia!...más risas.

Termina el capítulo con un “por si las moscas” de don Miguel, volviendo a los galeotes, que ya llovió desde dicho capítulo. El señor licenciado echa un rapapolvo, manifestando que “debía de estar fuera de juicio, o debe de ser tan grande bellaco como ellos, o algún hombre sin alma y sin conciencia, pues quiso… defraudar la justicia, ir contra su rey y señor natural, pues fue contra sus justos mandamientos”. ¡Ir contra el Rey! Don Quijote está loco, pero se le muda la color y no es tanta su demencia como para confesarse como libertador.

Y...fijémonos que termina el capítulo con la palabra “suplicio”… Un abrazo bloguero:

María Ángeles Merino

Pedro Ojeda Escudero  nos hace los siguientes comentarios:

Abejita de la Vega, en su entrada que no parecían sino pedazos de blanco cristal, lleva a cabo un buen análisis del capítulo XXVIII al referirse tanto al narrador como a la figura de Dorotea. Además, da claves artísticas que nos ayudan a comprender mejor las fuentes de este personaje. También publica una entrada, escrita por Ele Bergón, en la que Sanchico nos da cuenta de la desaparición de su padre, que anda por el monte en compañía de un cura y un peluquero. Si es que le van a matar a disgustos al pobre Sanchico.

ABEJITA: Muy bien visto estos motivos que señalas como el centro del capítulo. El de la mujer lectora lo amplío en las Noticias del sábado. Gracias por la ampliación en la cuestión de los esclavos negros. Y, como bien señalas, la escena cómica del barbero sin barbas y el cura actuando, consigue sacar una sonrisa entre tanta información como se nos ha dado en los últimos capítulos. Un abrazo. Y es bueno comerse una X de vez en cuando.

Entrada copiada de "La arañita campeña": "El cura echa un rapapolvo a don Quijote que se pone colorado y se hace el sueco. Las mujeres que leen, como Dorotea, son peligrosas."

 

“que no parecían sino dos pedazos de blanco cristal que entre las otras piedras del arroyo se habían nacido”


Recordamos a la Venus de Botticelli o a Garcilaso de la Vega.. O a …la publicidad actual de un champú.

En el capítulo anterior, leyendo a Cardenio expresarse en primera persona, manifestaba yo vivamente aquello de: ¡A mí el narrador omnisciente!, ante la pesadez del discurso del Roto.

Ahora tenemos otra vez esa voz sabelotodo, en tercera persona, remedando el estilo grandilocuente de las novelas de caballería. Para empezar nada mejor que un buen superlativo para abrir boca. Felicíiiisimos fueron los tiempos y audacíiiiiisimo el caballero.

Nos espera una sorpresa: una mujer de verdad, nada que ver con la irreal Dulcinea. La bella Dorotea es valiente, decidida, inteligente, trabajadora y resistente a la adversidad, a pesar de los tres atropellos sufridos. Una labradora rica que organiza las tareas de sus jornaleros, cose, hila, lee libros sí, pero devotos, toca el arpa y va a misa con vigilancia. Esta mujer tan recatada y atareada podría ser un reflejo de Catalina de Salazar, la hidalga de Esquivias, esposa de Cervantes que tuvo que arreglárselas sola en su aldea, durante las largas ausencias de un esposo muy viajero, no se sabe si a negocios o si va al buen tuntún.

Dorotea hace su aparición vestida de labrador. Mientras se lava los pies en un arroyo se lamenta haciéndose a sí misma una preguntita retórica de lo más natural: “¿Si será posible que he ya hallado lugar que pueda servir de escondida sepultura a la carga pesada deste cuerpo, que tan contra mi voluntad sostengo?

“Otro capítulo sin Quijote y sin Sancho, tenemos a Cardenio con el cura y el barbero, caray con el cura, mirando embobados algo prohibido: unos pies femeninos “que no parecían sino dos pedazos de blanco cristal que entre las otras piedras del arroyo se habían nacido”. Esta bellísima imagen, la de los pies fundiéndose con los guijarros, una de mis favoritas, se completa después con otra todavía más prohibida: la pierna que “de blanco alabastro parecía”. Las manos no podían ser menos, ”parecerán pedazos de apretada nieve”

Después del tópico de la blancura, el tópico del los luengos y rubios cabellos “, que “pudieran los del sol tenerles envidia”. Recordamos a la Venus de Botticelli o a Garcilaso de la Vega.. O a …la publicidad actual de un champú.

Tras quitarse la montera, el pelo la cubre todo el cuerpo y descubre su condición femenina. Pensamos en la doncella guerrera del romance que no fue descubierta por el pelo, ya cortado, sino por hablar en femenino y decir “maldita sea yo.”. Nos cuenta su tremenda historia de mujer deshonrada por triplicado, víctima del capricho de un noble que no repara en gastos, de una criada traidora… la rígida estructura social...No hay salida para esta mujer, sólo la sepultura como dice ella. Tranquilos, al de Alcalá de Henares se le ocurrirá algo.

Cardenio escucha asombrado, haciendo conjeturas y trasudando. Contrasta la fortaleza psíquica de Dorotea con la debilidad de Cardenio que ha caído en la locura más degradante.

Si pensaba el lector que esta danza de parejas cambiadas se terminaba en este capítulo. Cardenio, y Luscinda, Dorotea y Fernando tienen todavía mucha cuerda ¿Cómo arreglará esto el genio del escritor?

María Ángeles Merino

Pedro Ojeda Escudero dijo:

sábado, 21 de septiembre de 2013

El ovillejo de Cardenio

¡Esto no es un ovillejo!
 
Comentario al capítulo 1,27 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "El amante indeciso o el relato de la desesperación de Cardenio", del día 13 de noviembre de 2008.  
 
Don Quijote no está.

¡No te vayas Sancho, que nos quedamos con el pelmazo de Cardenio!

Cardenio devana el ovillejo y el soneto, todo sin papel ni pluma.

¡A mí el narrador omnisciente!

Para llevar a don Quijote de vuelta a su aldea, el cura va a ser la doncella afligida, con antifaz y escudero barbero.La ventera les ayuda a disfrazarse: una saya, unas fajas, una toca, una antihigiénica cola de buey como barba, ¡guardapeines!. Se quedará una sotana nueva en prenda, la buena mujer no se fía ni de los eclesiásticos.

Estalla la risa de Sancho y Cervantes espera que nos contagie a todos. Pero… corren tiempos inquisidores, la imagen de un sacerdote vestido de mujer…Venga, padre, a cambiar disfraces.

En este capítulo ¡no está don Quijote! y ,en buena parte de él, ¡Sancho nos abandona!El narrador omnisciente da paso ¡al cantante armonioso, hábil poeta sin papel ni pluma, devanador de ovillejos, desesperado, traicionado, enamoradísimo Cardenio! No te vayas Sancho, que nos quedamos con el… pelmazo de Cardenio. Cuando llevo una página con las cuitas del Roto, exclamo: ¡Viva el narrador omnisciente!

¿Y Luscinda? ¿Qué me decís de Luscinda? Con una notita escrita, un billete, ha encaprichado al traidor Fernando. Sumisa a sus padres. Menos mal que sabe desmayarse en el momento preciso y esconder en el escote un papel… No adelantemos acontecimientos…
 
Un saludo a todos, uno muy especial para Pedro Ojeda Escudero.

Pedro Ojeda dijo:
 
ABEJITA: En efecto, el lector moderno puede bostezar en determinadas páginas: está permitido, porque el mismo Cervantes ironizaba con ellas para superarlas como propuesta narrativa.
 
Entrada copiada del blog "La arañita campeña":
http://aranitacampena.blogspot.com.es/2008/11/el-ovillejo-de-cardenio.html

Erasmo, Fideo de Mileto y Nadia Comaneci ...¿de qué trata esto?

Erasmo de Rotterdam y el erasmismo burlón de Cervantes

Don Quijote empieza el capítulo emulando a Nadia Comaneci, dando volteretas.
A continuación, se pone a hacer versos malos, como Fideo de Mileto.
 



Comentario al capítulo 1,26 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada "La historia comienza a girar hacia su final: culminación de la penitencia de don Quijote y reaparición del cura y el barbero", del día 6 de noviembre de 2008.

Ya tenemos a Don Quijote dando volteretas y enseñando sus desnudeces, de medio cuerpo para abajo, dudando entre seguir la senda de Roldán furioso o del penitente Amadís, eligiendo a este último. En este capítulo del ecuador de la primera parte, yo destacaría:

El erasmismo burlón

Comienza con el rosario de jirones de camisa que, tras la censura serán agallas de roble,  sigue el millón de avemarías recitadas con su ayuda y concluye con los privilegios de un hipotético escudero adjunto a un “arzobispo andante” : “algún beneficio, simple o curado, o alguna sacristanía, que les vale mucho de renta rentada, amén del pie de altar”…Ahí queda eso.

El de la Triste Figura convertido en poetastro , grabando versos donde pilla.

Un poema pseudogarcilasiano malísimo, dirigido, cómo no, a los árboles, yerbas y plantas y con la rima estropeada, por querer forzadamente incluir la palabra Toboso. Cervantes admira la buena poesía, especialmente la de Garcilaso que conoce muy bien. Le hubiera gustado ser un buen poeta; poseer esa “gracia” que no quiso darle el cielo, Por eso mismo, me lo imagino disfrutando con la creación de versos malos a posta.

La quijotización de Sancho

Al igual que su señor “cree lo que quiere creer y termina creyéndoselo”. Emperador o monarca será su amo y echa a volar la imaginación, sin ponerla cortapisas. Con la boca abierta, leemos que su señor le había de casar porque ya sería viudo y le había de dar por mujer a una doncella de la emperatriz, heredera de un rico y grande estado de tierra firme. ¡Pobre Teresa Panza!

La reaparición de las figuras del cura y el barbero que anuncian el final

Llevan la misión de llevar al hidalgo hasta su aldea. Empiezan intimidando a Sancho, posteriormente celebran los disparates al memorizar la carta a Dulcinea y le siguen en sus fantasías. Así cuando al escudero manifiesta preocupación por su amo arzobispo, el barbero le contesta que “le aconsejarán que sea emperador y no arzobispo, porque le será más fácil, a causa de que él es más valiente que estudiante”. El cura, vestido de doncella afligida, será el reclamo…veremos lo que pasa. De momento, como señala Pedro, el lector de la época, amedrentado por el poder eclesiástico, se imagina a un sacerdote vestido de mujer y …se parte de risa.

Un saludo de María Ángeles Merino

Pedro Ojeda Escudero me contestó:

ABEJITA: en efecto, como señalas en tu buen comentario y resumen del capítulo, es en este donde comenzamos a ver girado a Sancho hacia su proceso de atracción por la locura. Ya estaba, sin duda, desde el principio de su viaje con don Quijote, pero es justo cuando hay contraposición con el cura y el barbero cuando se evidencia.

Don Quijote quiere creer lo que quiere creer y termina creyéndoselo.


El Guisopete de Sancho es Esopo (en griego antiguo Αἴσωπος, Aísōpos, latinizado Aesopus) fue un famoso escritor de fábulas que vivió alrededor del 600 a.C. En Europa es considerado el padre de la fábula.
 
Comentario al capítulo 1, 25 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada titulada: "De todo un poco con Amadís al fondo", del día 30 de octubre de 2008.

¡Bien por Sancho!

Solicita licencia, a su señor, para volver a casa; pero no por las coces, manteamientos, ladrillazos y puñadas…no. Lo que es superior a sus fuerzas es… ¡obedecer la orden de permanecer callado! Las mujeres, al menos, le comprendemos perfectamente. Algunos hombres, no sé, no parecen sentir esa imperiosa necesidad de comunicación verbal de nuestro escudero .Si se pudiese, como en las fábulas de Esopo, charlaría con su jumento. ¡Jumento? ¿Dónde? ¡Otra vez el burro Guadiana!
 
Copiado de http://aranitacampena.blogspot.com.es/2008/11/sancho-te-entendemos.HTML
 
Tras una alusión a las fábulas de Esopo o Guisopete, ¡zas! el burro Guadiana surge vez. El lector asombrado lee: “Si… los animales hablaran… fuera menos mal, porque departiera yo con mi jumento lo que me viniera en gana.”. Unas líneas más… y bajo tierra otra vez: “Bien haya quien nos quitó ahora del trabajo de desenalbardar al rucio…”

Sancho tendrá que montar en Rocinante para llevar la carta del penitente don Quijote a la ingrata Dulcinea, en una imagen que rompe nuestros esquemas. Además, llevará escrita la libranza pollinesca, una orden escrita para que la sobrina de don Quijote le entregue ¡tres burros nada menos! Singular documento ¡con fecha de veinte y dos de agosto!

Ya comentamos la falta de datos climatológicos, nos suponemos que no hace frío porque no aluden nunca a la necesidad de abrigarse. Tampoco llueve, ni hay tormentas…Gracias a los pollinos, los situamos en verano.

Copiado de http://aranitacampena.blogspot.com.es/2008/11/otra-vez-el-burro-guadiana.HTML



¡Dulcinea es real!

¡En este capítulo, por primera vez, Dulcinea es de carne y hueso Se trata de la analfabeta hija de Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales.

Cuatro veces, en doce años, la ha visto el de la Triste Figura y, posiblemente, ella no sepa nada de las honestas miradas del hidalgo.

Con estos datos, Sancho nos pinta a la aldeana Aldonza en un cuadro cómico, opuesto al de la recatada Dulcinea. Sonreímos imaginando a una recia moza, algo hombruna, ¡de pelo en pecho! , con la cara estropeada por el sol y el aire, nada melindrosa, burlona con los que la requiebran, compitiendo con los más forzudos zagales y dueña de un vozarrón que se oye a media legua. Seguro que se partiría de risa, ante los vencidos que su caballero le envía.

Copiado de http://aranitacampena.blogspot.com.es/2008/11/dulcinea-es-real.HTML



Don Quijote quiere creer lo que quiere creer y termina creyéndoselo.

En este capítulo tenemos la clave de toda la obra: Don Quijote confiesa: quiere creer lo que quiere creer y termina creyéndoselo. Por ello, las palabras de Sancho, el cuadro cómico que pinta, no hacen mella en él, dispuesto a engañarse a sí mismo.

Tras contarnos lo que hoy denominaríamos chiste verde, un gastado chascarrillo de viuda consolada, lo enlaza artificialmente con su caso. Pregunta y se contesta: “¿Piensas tú que las Amariles, las Filis, las Silvias, las Dianas, las Galateas, las Alidas y otras…fueron verdaderamente damas de carne y hueso, y de aquéllos que las celebran y celebraron? No, por cierto, sino que las más se las fingen, por dar subjeto a sus versos y porque los tengan por enamorados y por hombres que tienen valor para serlo. ”Concluye que le basta con “pensar y creer que la buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta” y el se hará cuenta de que es “la más alta princesa del mundo”.

En consecuencia, su carta irá dirigida a una soberana y alta señora, de parte del “ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón”. ¡ Viva el mejor loco de toda la literatura universal¨!

Copiado de http://aranitacampena.blogspot.com.es/2008/11/don-quijote-quiere-creer-lo-que-quiere.html
 
 
ABEJITA: Pobre burro Guadiana y qué listo es Sancho: él, por ahora, va a lo suyo. Tienes razón en lo de la necesidad de hablar. En cuanto al frío: ya hemos comentado aquí que la narración trascurre en las semanas más calurosas del verano. En lo de Aldonza-Dulcinea, como sabes, no ha hecho más que comenzar este divertido juego de perspectivas e intereses.Y, como dices, este capítulo es fundamental para reinterpretar todo lo anterior y lo que sigue. Muy bien visto.

sábado, 14 de septiembre de 2013

¡Tila y Valium para el capítulo 1,24 del Quijote!





Comentario al capítulo 1, 24 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada "Diálogo entre locos", del día 23 de octubre de 2008.

Este es un capítulo de contrastes y sobresaltos.

Tras intercambiar largas cortesías, al viejo estilo caballeresco, el del Bosque rompe el discurso pidiendo comida, necesidad que satisface a costa de Sancho y del cabrero, atragantándose, sin dejar espacio entre los bocados. Contraste entre el mundo de las novelas de caballería y la realidad más cruda.

A continuación, le siguen al verde, tópico y apacible pradecillo. Allí vuelve el tono grandilocuente y sentimental, para contarnos su historia:

-«Mi nombre es Cardenio… mi desventura, tanta que la deben de haber llorado mis padres y sentido mi linaje...A esta Luscinda amé, quise y adoré desde mis tiernos y primeros años…”

El relato va como la seda: el duque Ricardo, Fernando, la bella labradora… hasta que…con el Amadís de Gaula hemos topado, Don Quijote no puede estar callado ni con agua hirviendo, tiene que soltar su parrafadita. Cardenio parece absorto en sus pensamientos pero, de golpe, sin venir a cuento, suelta eso de “aquel bellaconazo del maestro Elisabat estaba amancebado con la reina Madésima.”

Nuestro hidalgo pierde los estribos . Comienza una agria discusión bizantina que terminará a pedradas. Lluvia de guijarros sobre el caballero, masaje para las costillas del escudero y, por añadidura, del cabrero. Al final, por un quítame ahí estas pajas, pelea villana entre Sancho y el cabrero que se cogen de las barbas y se dan puñadas. Para eso son villanos y no caballeros armados.

Un saludo para Pedro y todos los paseantes de “ La acequia”.

Hasta el próximo capítulo:

María Ángeles Merino

Pedro Ojeda Escudero dice en http://laacequia.blogspot.com/:

ABEJITA: muy bien reseñado el capítulo. Efectivamente, todo sucede como dices. Fíjate que la pelea se provoca por un tema libresco, en el que a ninguno de los dos les va nada en la realidad. Pero, al estar locos, su cerebro vive esa fantasía. Gracias por dejar constancia de tu amor por Cervantes.

De nada.

Copiado del blog "La arañita campeña":

http://aranitacampena.blogspot.com.es/2008/10/tila-y-valium-para-este-captulo-xxiv.HTML

El burro Guadiana y absolvamos a Cervantes

Comentario al capítulo 1, 23 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada "Un lío de imprenta del tamaño de un asno y un loco encuentra a otro loco ", del día 16 de octubre de 2008.



Ea, le perdonamos lo del burro. El Quijote es tan grande que don Miguel queda absuelto...Si fuera un escritor de nuestros días…sería presa de furibundas páginas web, no sé qué de fieras literarias, que andan a la caza de gazapos, por supuesto de los escritores o escritoras que no son de su cuerda. Las he descubierto hace poco… ¡Con lo políticamente incorrecta que era su finísima ironía!

Cuando en el Quijote se habla del Quijote, en el capítulo XXVII de su segunda parte, Cervantes se defiende alegando que ese desliz fue “por culpa de los impresores”, lo cual “ha dado en qué entender á muchos, que atribuían á poca memoria del autor la falta de emprenta”. Francisco Rico, en “El texto del Quijote. Preliminares a una ecdótica del Siglo de Oro” (Ed. Destino, 2006), nos describe el engorroso proceso de impresión de la época que justificaría muchos errores y omisiones importantes.

Pero este capítulo es mucho más que el burro Guadiana. Vemos a Sancho feliz, gracias a los escudos de la maleta, dar por bien empleados los vuelos de la manta, los vómitos del brebaje, las estacas, los puñetazos, el hambre, la sed y el cansancio. Estas monedas serán la única paga en metálico que Sancho reciba, en esta primera parte. Le permitirán justificarse ante su mujer, sola en la aldea. Los escudos del pañizuelo saldrán a relucir mucho más adelante, cuando en el Quijote se hable del Quijote…

Por primera vez, nuestro hidalgo actúa con prudencia, ante la eminente presencia de los dardos de la santa Hermandad; pero… que nadie sepa que”yo me retiré y aparté de este peligro de miedo”. Se retiran a Sierra Morena y allí se van a encontrar con otro loco, éste por penas de amor, el “Roto de la mala figura” que todavía no nos ha dicho su nombre. Tal vez esté inspirado en algún otro demente que vio el niño Miguel, acompañando a su padre en su labor de barbero-cirujano-curatodo. No nos ha dicho su nombre, pero sí el de su odiado Fernando. No adelantemos acontecimientos…Hasta el próximo capítulo.

Un saludo a Pedro y a todos los que visitan su blog

Pedro Ojeda Escudero contesta:

ABEJITA: absuelto quede, por lo tanto. Es cierto, hay muchos por ahí que intentan busca cosillas sin importancia en las grandes obras para rebajar su valor.No adelantemos acontecimientos. Me ha gustado lo del burro Guadiana, el pobre va muy ajetreado tanto aparecer y desaparecer. En efecto, en este capítulo hay cosas usadas como le gustan a Cervantes: que ayudan a engarzar los capítulos.